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Un viaje sin destino

crónica sobre Sara Morales. 

Hace 20 años, en las calles de Barrancabermeja en el departamento de Santander se veían marchar hombres con uniforme verde similar al del Ejercito Nacional de Colombia pero con algunas variaciones como un brazalete representativo de color negro con letras blancas que conformaban el nombre de AUC y pañoletas negras que cubrían su rostro y no dejaban ver más allá de sus ojos dominados por la frialdad y la indiferencia.

 

En estas calles crecieron varios niños que tuvieron que sobrevivir a la constante guerra, que tuvieron que crecer con el ruido de balas que día tras día y noche tras noche opacaban el canto de los pajaritos y los sonidos propios de la naturaleza, y ver cómo la violencia era un estilo de vida del que ya estaban acostumbrados.

 

Así fueron los primeros años de la infancia de Sara Morales, una santandereana que temía salir de su casa al colegio o simplemente ir a la tienda a comprar unas gomitas para compartir con sus amigos por miedo a encontrarse a algún hombre uniformado que llevara un fusil y un escudo de balas para imponer su marcha.

 

Una noche su abuelita la mandó a la tienda para comprar lo del desayuno, ella nunca imaginó que hacer un simple mandado iba a marcar su vida en un antes y un después. Con el ojo aguado, tratando de no dejar caer una lagrima sobre sus mejillas y con un fuerte suspiro recordó: “yo entré a la tienda normal, pedí lo que iba a pedir y a la salida habían dos hombres armados, uno a cada lado y un camión parqueado, me cogieron del brazo y me llevaron”. Con tan solo 11 años de edad se tuvo que enfrentar a una situación dolorosa en la cual no tenia ninguna ventaja, eran hombres armados contra una pequeña que solo llevaba una bolsa con comida para ella y para su familia, pero al entrar al camión descubrió que no era la única niña que estaba siendo reclutada. 

 

Lo primero que Sara pensó fue cómo pueden perjudicar de esa manera a niños que no tienen nada que ver en la guerra y los privan de su libertad. La psicóloga Verónica Pardo asevera que: “La primera infancia es la etapa del desarrollo donde los niños construyen su identidad, su noción del cuerpo, el respeto y la autoridad. Cuando ellos son reclutados se les trabaja mucho el tema de naturalización de la guerra y la desnaturalización de la vida del otro por medio de una estrategia de entrenamiento militar, lo cual genera una transformación del autoestima, la identidad y la identificación con referentes ligados a estereotipos que se construyen en la guerra”. Pero de estas importantes consecuencias poco se sabía y poco se hablaba.

 

Desafortunadamente, en esa época no existía ninguna ley en el marco normativo nacional que ayudara a la prevención del reclutamiento y la utilización de menores, así se evidencia en el libro titulado La Institución Educativa de la Agencia Colombiana para la Reintegración. Con el decreto 4690 del 2007 se crea la Comisión Intersectorial para la Prevención del Reclutamiento y Utilización de NNAJ por Grupos Organizados al Margen de la Ley y desde ahí empiezan a desarrollarse proyectos como Mambrú No Va a la Guerra que “es una estrategia de prevención al reclutamiento de menores, con la que por medio de talleres y eventos culturales buscamos sensibilizar a las comunidades receptoras sobre este tema y fortalecer los entornos protectores como la familia o el colegio”, explicó la supervisora María del Pilar Ruíz. 

 

Así comenzó una larga historia de una pequeña que dejó su uniforme de colegio por un uniforme verde  con botas negras y pañoleta negra, sus libros por fusiles y a su familia por hombres armados que pertenecían a un grupo ilegal que hacían parte del conflicto en Colombia. “Al día siguiente, nos sacaron en taxis hacia el Rio Magdalena, a eso de las 5:00 AM nos embarcaron en canoas y empezamos un viaje sin destino”, recuerda Sara.

Fueron 11 años de guerra, violencia, lagrimas, miedo e intranquilidad los que tuvo que vivir Sara en la selva, fueron 11 años en los que no supo nada ni de su familia, ni de sus amigos, ni de sus allegados. Esta faceta intima de supervivencia en medio del conflicto también la vivió la ex militante del M19 Vera Grabe, quien en su libro Del Silencio de mi Cello narra su experiencia y afirma: “Las mujeres vivimos muchas veces la misma situación de maneras distintas: la relación con los hombres, las jerarquías, cómo entramos en la guerrilla, situaciones de machismo estando allí. Cómo adoptamos patrones masculinos y cómo eso genera una serie  de tensiones y sobre todo el tema de la maternidad”.

 

Pero ese largo tiempo de incertidumbre llegó a su fin con un operativo cuando ella le disparó a uno de sus jefes por el cansancio que sentía, “un jefe intentó pasarse conmigo y yo ya no era la niña que todo el mundo la cogía y se la tiraba el uno al otro, entonces llega un punto en que uno llega a la tapa y yo le disparé, pero desafortunadamente no lo maté. Yo sabia que lo que venia para mi era la muerte y yo sabia que si no era ahí no era nunca”.

 

El 20 de julio de 2007 a las 10:00 PM , Sara estaba en el tercer turno de guardia, hizo su ronda normal como todas las noches, se aseguró de que nadie estuviera despierto y que su vida no estuviera corriendo ningún peligro y con la ayuda de un niño de 13 años pudo salir, “yo le dije o se viene conmigo o lo mato” relata Sara, ella necesitaba alguien que conociera el camino para no perderse, así que lo amenazó y fue tanta la presión que sintió él que aceptó y después de tres largos días la dejó en las frías calles de la capital. Así fue como encontró una salida al conflicto y volvió a sentir aire de esperanza y vida.

 

Desde ese momento volvió a cambiar las armas por libros, pero esta vez por documentos de la Procuraduría General de la Nación donde lleva más de seis meses trabajando, “ha sido verraco, dice Sara, primero que todo porque yo no estoy enseñada a estar en una oficina, me estresa estar entre cuatro paredes y ver un mundo de gente caminándome alrededor, me hablan cosas que yo ni entiendo” pero hay otro problema que a su modo de ver es más grave, “hay gente que sabe quien soy y entonces es a mirarme por encima del hombro y tratar de humillarme, pero yo siempre les digo que la educación entra por casa, y lastima cuando una persona que se preparó no alcanza a entender la magnitud de lo que uno tiene que vivir”.

 

El coordinador del Observatorio de Conflicto Armado y Posconflicto de la Corporación Nuevo Arco Iris José Aristizábal piensa que “mientras no se realicen actos de verdadero perdón, vamos a seguir viviendo el mismo conflicto por muchos años. Hay unos acuerdos que están desde el 2002 – 2003 pero realmente no se sabe como va ser eso y en qué va a terminar todo”. 

 

Este proceso no solo es un trabajo de los guerrilleros o el Estado, debe existir un trabajo de educación y cultura  para que las personas dejen a un lado la famosa frase de ‘el que es no deja de serlo’ y entiendan que a pesar del pasado que cada uno de ellos tiene son seres humanos que desean un cambio, una segunda oportunidad e igualdad de derechos. Como se afirma en el documento el Rol de la Educación en el Posconflicto: parte 1 de la Alianza Compartir Fedesarrollo: “La perspectiva de la firma de un Acuerdo de Paz en Colombia plantea grandes retos para las políticas de posconflicto. Uno de ellos atañe al rol del sector educativo en el poscon­flicto y en la reintegración de los desmovilizados. Por un lado, la educación es crucial para desarrollar una cultura de paz y de reconciliación en Colombia. Por otro lado, la educación es imprescindible para una exitosa reinserción económica y social de los desmovilizados ya que abre oportunidades laborales”.  

 

Como Sara, según el  documento La Reintegración Paso a Paso de la Agencia Colombiana para la Reintegración, “en Colombia casi la mitad de las personas que han hecho parte de los grupos armados al margen de la ley ingresaron cuando eran menores de edad, muchos han muerto, muchos están en prisión y otros perdieron la posibilidad de desarrollarse como colombianos del común”. Algunos de ellos están allí por voluntad propia, otros obligados, otros porque no tienen más salida o porque simplemente buscan que su nombre quede en la historia del país y que sus ideas sean escuchadas.

 

Si desea conocer un poco más sobre Sara, las opiniones de una desmovilizada sobre el proceso de paz, las falsas promesas del gobierno, las problemáticas que ella ha tenido por haber sido reclutada menor de edad y su análisis sobre la reinserción social, puede acceder  al siguiente audio en el que con su propia voz relata su historia. 

 

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